Un pozo muy profundo
hay dentro de mí. Y Dios está en ese pozo. A veces me sucede alcanzarle, más a
menudo piedra y arena le cubren: entonces Dios está sepultado. Es necesario que
lo vuelva a desenterrar.
He partido mi cuerpo
como el pan y lo he repartido entre los hombres.
¿Estás de acuerdo en
que es mucho más difícil controlarse que dejarse ir; y, sin embargo es mucho
más bonito lo primero?
Voy a prometerte una
cosa, una cosa muy pequeña: me abstendré de colgar en este día, como otros
tantos pesos, las angustias que me inspira el futuro.
Quisiera ser el corazón
pensante de todo un campo de concentración.
¿Qué puede ser más
íntimo que la relación de un ser humano con Dios?
Si llegase a sobrevivir
esta etapa, surgiré como un ser más sabio y profundo. Más si sucumbo, moriré
como un ser más sabio y profundo.
Cuando ya no lo creía
posible, se me presentaba un nuevo avance gracias a que, de repente, un tipo de
amistad, aún no cultivada por mí, se ponía a florecer.
A cada nueva exacción,
a cada nueva crueldad, deberemos oponer un pequeño suplemento de amor y de
bondad que hemos de conquistar en nosotros mismos.
X X X X X X X X X X
Ester "Etty"
Hillesum (Middelburg, 15/1/1914 - Auschwitz, 30/11/1943) escribió un diario
durante la Segunda Guerra Mundial, entre 1941 y 1943, que testimonia su fin en un campo
de concentración de Auschwitz.
Fué publicado el 1
de octubre de 1981, 38 años después de su muerte. El libro fue rápidamente
exitoso en Países Bajos, especialmente al tratarse de una persona judía que
eligió voluntariamente la deportación solidarizándose con los demás
perseguidos.
Su
testimonio transmite su valor humano, ético y trascendental, muy influenciado
por el escritor Rainer Maria Rilke. En febrero de 1941 había comenzado una
terapia con Julius Spier, judío berlinés refugiado en los Países Bajos para
huir del nazismo. Etty, aconsejada por Spier, empiezó a escribir su
diario en que evoca su evolución espiritual a través de una mirada
profunda hacia su interior.