lunes, 13 de julio de 2015

FORTALEZAS: HUMILDAD

17.  MODESTIA,  HUMILDAD

“Un día caminaba con mi padre, cuando él se detuvo en una curva; y, después de un pequeño silencio, me preguntó:
- Además del cantar de los pájaros, ¿escuchas algo más?
- El ruido de una carreta.
- Sí, es una carreta vacía.
- ¿Cómo sabes, papá, que es una carreta vacía, si no la vemos?
- Es muy fácil saber si una carreta está vacía por el ruido. Cuanto más vacía va, mayor es el ruido que hace”


La persona modesta, sencilla, discreta, humilde, no se cree especial ni es pretenciosa, arrogante. Deja que sus hechos hablen de ella, no precisa llamar la atención. Se relaciona sinceramente con los demás y facilita esas interacciones ya que no pretende dominar, impresionar ni sacar beneficio egoísta. Al no mostrar omnipotencia ni autosuficiencia, incluye a los otros de forma enriquecedora.

Por todo esto, las relaciones interpersonales se ven reforzadas pues: podemos confiar en el otro dándole el espacio y el tiempo para que despliegue todas sus capacidades; al no juzgar se vive desde un mayor entendimiento y respeto, hay generosas dosis de aceptación y flexibilidad; somos más cercanos y más delicados en el trato; disminuida la importancia de tener razón, la soberbia no tiene cabida y se reconoce a la persona tal cual es; aceptamos que somos diferentes y nos alegramos por esa diversidad enriquecedora; se facilita la amistad pues se permite el caminar a la par, por pura afinidad, sin competencias ni prisas.

 “La humildad es la base y fundamento de todas las virtudes, sin ella no hay alguna que lo sea” Miguel de Cervantes

La persona con modestia y humildad alberga sentimientos sanos y benevolentes y se respeta a sí misma. Se conoce y confía en sí misma, sabe que lo que necesita está en su interior y nada ni nadie puede despojarle de sus recursos. Así que tiene una buena autoestima; respeta y se hace respetar, pero sin forzar ni imponer por eso quién actúa desde la fuerza puede confundirla con una persona débil y manipulable, pero no es así.


Como ya sabemos, como fortaleza que es, se puede aprender y potenciar ¿Cómo?:

1. Desterrando la necesidad de tener siempre la razón, lo que puede practicarse mostrándose receptivo, escuchando abiertamente y sin prejuicios limitantes. Esto es un proceso, pero ya vimos alguna herramienta concreta para escucha empática que puedes retomar de nuevo si aún no la tienes incorporada.

2. Haciendo, en vez de hablando. Que se note tu estilo; actúa sin estridencia, en vez de hablar haciendo mucho ruido pero sin contenido, (no seas como la carreta vacía)

3. Valorando lo que hacen los demás, la ayuda que nos proporcionan, haciéndoselo saber.
Agradeciendo de corazón al otro, además de trabajar nuestra modestia, aportamos un clima favorecedor para el crecimiento de la otra persona cuando le mostramos sus habilidades y talentos.

4. Evitando destacar o sobresalir.
Nos valoramos de manera justa, es decir, sin menospreciarnos, pero tampoco exagerando. Para encontrar este equilibrio tenemos que estar muy atentos y conscientes por eso es tan importante el autoconocimiento personal, para descubrirnos si nos está guiando el ego o es valoración justa y merecida.

5. Admitiendo nuestro error cuando nos hemos equivocado.
Esto es para actuar así siempre, pero quizás resulta especialmente interesante hacerlo ante nuestros hijos, pues somos su modelo. Como ya he comentado anteriormente, hacer tiene más peso que hablar; lo que se interioriza es el acto.

6. Teniendo presente la idea de que eres como un aprendiz que cada día está aprendiendo; piensa que te faltan muchas cosas por encontrar, conocer, hacer y sentir. Visualízate así, vestido de mago con tu varita mágica y rodeado de todas las cosas, entornos, personas, .... que quieras imaginar y juega tu vida sin ningún límite.

7. Llevando la atención a tu corazón y manteniéndololo receptivo, limpio, puro para que la humildad crezca fácilmente. Aparta sentimientos, creencias y pensamientos de tipo negativo y desvalorizante sobre los demás.

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