A veces, nuestro ánimo y disposición para realizar prácticas meditativas, se ven menguados por el asunto de la postura a adoptar. Leemos propuestas que no son acordes con nuestra flexibilidad corporal y, en la exigencia por lograr dichas posturas, solo conseguimos desesperarnos, cuando no enfadarnos o incluso lesionarnos. En más ocasiones de las deseadas, esto es causa de que se deseche la práctica de Mindfulness y se pierda el disfrute de todos sus beneficios.
> Para evitar que te pase a tí, aquí tienes, extraídas del libro de Jon Kabat Zinn ""Mindfulness para principiantes", unas pautas para ayudarte.
1. Selecciona un lugar y un momento para practicar. Un rato que te dediques exclusivamente a tí. Unos pocos minutos bastan, suelta la excusa de "es que no tengo tiempo"; calidad, eso importa más que la cantidad.
2. Adopta una postura que te facilite la atención. Sigue las claves que se muestran abajo, pero "encuentra tu postura", date tiempo para hacerte con ella.
Estate despierta (puede que te duermas, no es problema, pero entonces realmente no estás practicando Mindfulness)
La postura más recomendada sería sentada con la espalda recta y relajada a la vez, con hombros y brazos colgando, cabeza erguida y mentón ligeramente recogido. Puedes sentarte en una silla de respaldo recto o en un cojín en el suelo. Lo que más cómodo te resulte, manteniéndote con dignidad y presencia.
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Momentos "mindfulness" cerca de casa |
Si utilizas una silla, que tus pies reposen en el suelo, sin cruzarse y a ser posible, con la espalda separada del respaldo, de modo que la postura se mantenga sola, con la columna vertebral irguiéndose desde su base.
Si prefieres el cojín, necesitarás apoyar tus rodillas. Apóyate sobre el tercio delantero del cojín, con la pelvis ligeramente inclinada hacia abajo, de manera que la curvatura inferior de la espalda se desplace hacia delante y hacia arriba. Si tus rodillas no tienen flexibilidad para descansar sobre el suelo, coloca algo para que reposen.
Las piernas pueden adoptar diferentes posturas. Puedes doblarlas y cruzarlas una delante de otra, es la más fácil.
Las manos también pueden colorse juntas sobre el regazo, con los dedos de la mano izquierda descansando sobre los de la derecha y el pulgar izquiero sobre el derecho, o dejando que las puntas de ambos se toquen ligeramente, etc.
Pero recuerda que lo importante no es la posición de las manos, sino la percepción de las sensaciones de tus manos.
Ojos: puedes estar consciente tanto con los ojos cerrados como abiertos. Experimenta con ambas.
Si meditas con ojos abiertos, dirige tu mirada a un punto ubicado en el suelo a metro o metro y medio de distancia o a una pared, vela,… Deja que tu mirada permanezca estable y relajada. No es tanto fijar la mirada en algo, como una invitación a explorar atentamente el objeto elegido momento tras momento, descansando en él tu conciencia.
Si tienes sueño, mejor que te sientes con los ojos abiertos. Aunque lo mejor es que elijas un momento del día en que te sientas bien despierta. Por esto, practicar a primera hora de la mañana, tras el descanso nocturno reparador, te puede ir bien.
Hay condiciones casi imposibles de controlar (sonidos del entorno, por ejemplo), pero lo que importa es la calidad de tu atención y consciencia.
Siempre recuerda:
> Lo más importante es llevar tu atención una y otra vez al aquí ahora.
> La mejor manera de practicar la atención es elegir cada día un tiempo para realizar las meditaciones. Solo podrás descubrir sus beneficios si te comprometes a ello.