MEDIO
Se
sentía muy poca cosa. Apenas le prestaban atención. Intentaba interponerse y ni
así reparaban en él más de unos tacaños minutos, quitándoselo de en medio raudamente. Les incomodaba su presencia, él notaba con claridad que siempre intentaban escabullirse de su lado. Y así se iba afianzando más su sentimiento de
inutilidad y su congoja por existir.
Despreciado,
desdeñado y desvalorizado, al caerle la negrura nocturna, se fue a dormir el
desgraciado tras su 33 cumpleaños. Exasperado, cayó exhausto en un sueño
exagerado. Fue como un revoltijo vomitado de episodios almacenados acorde a la
historia que su razón quiso montarse. Todas las memorias destilaban la misma
esencia: eran grises, insulsas, anodinas, … despreciables. Y aburrían. Y
atormentaban. Y sobre todo dolían.
No le
despertó ni la pena que le aguijoneaba, ni la sal de sus lágrimas, ni la
ilusión por un cambio posible. Esa noche impetuosa trascurrió en un zozobrante
viaje por la sabana caótica de embozos y mantas revueltos. Quizás algún ser de
esos inescrutables que pululan por ahí le escuchó y suscitó su misericordia y
fue quién le porto el obsequio. Solo Medio sería quién le sacase beneficio o
maleficio.
Amaneció
con un nuevo nombre. Uno que sería siempre considerado por aquellos entre
quienes despertaba. A día de hoy, su energía late como nunca. El sigue
paseándose seguro y altanero siendo rápidamente reconocido. Seguramente tú
también le conoces. No sé si él es tu amigo o lo consideras tu enemigo.
Se
despide, agradecido y siempre a tu lado,
Miedo.