- Soy muy fuerte, los demás nunca saben que me pasa.
- Ah, y ¿cómo te hace sentir eso?
Bien, muy segura. Bueno y algo incomprendida, sola. Porque no creen que pueda dolerle nada y nunca me atienden. Esto me enfada a veces, noto mucho egoísmo. Otras me entristece.
- Y ¿qué te impide hacer mostrarte así?
Tener relaciones. Me refiero a amistades y parejas. Nunca llego a conectar. Es como que tengo una barrera para esconder muchas cosas de cómo soy o quisiera decir o hacer.
- Ya. ¿Algo más?
- Pues... a veces estoy muy cansada y harta de sujetar esa barrera y no hago cosas que me gustarían. A veces... me gustaría dejarme romper en mil pedazos y que alguien me recogiese.
Vulnerabilidad es la capacidad que tenemos para dejarnos afectar por lo que sucede. Es mostrar la parte menos fuerte y la fragilidad y la inseguridad. Es ser sensibles, sentir las emociones, reconocerlas y permanecer en ellas.
Ser vulnerable implica fragilidad, exponerse a alguna situación de amenaza o posibilidad de sufrir daño. Por tanto conlleva ser susceptible de recibir algo "malo" o doloroso y la posibilidad de ser herido física o emocionalmente.
Pero, vulnerabilidad no es debilidad. De hecho, la vulnerabilidad es sana y necesaria, nos permite conectar con nosotros mismos y con los demás. Vivimos en una sociedad donde no es reconocida y solo se nos insiste en ser fuertes, no tener miedo, no sentir vergüenza, etc. y así acabamos por esconder nuestra vulnerabilidad. Y al hacerlo, negamos parte de nuestras emociones y de quienes somos realmente.
Al querer defendernos de nuestra vulnerabilidad nos desconectamos emocionalmente al no querer sentir y así perdemos la capacidad de escucha de las señales de nuestro cuerpo, tan útiles para mandarnos mensajes de protección, autocuidado y autoconocimiento.
Las defensas normalmente se yerguen con nuestras experiencias desde bien pequeños. Si hemos vivido momentos en que no nos han reconocido, nos han ridiculizado o avergonzado al expresarnos, ahí comenzamos a creer que no somos personas válidas ni dignas de ser amadas.
Evitar y negar bloquean la vulnerabilidad, y solo sirven para llevarnos al enfado, la culpa y la exigencia con nosotros mismos. Hay que entender que se puede sentir todo el abanico de emociones. Y estar bien tiene que ver con la capacidad de gestionar lo que sentimos, no con la habilidad de camuflarlo.
Si eres muy emocional te irá bien saber gestionarte para que no sufras con intensidad desbordante tus emociones y hacerte creer que rechazar tu parte vulnerable es la solución para no sufrir.
Por otro lado, el amor, la ternura, la compasión, la belleza,... que puedas sentir, a pesar de tener su lado maravilloso, puede que llegues a negarlas por temor a sentir el rechazo o mostrarte demasiado vulnerable.
Y como la vulnerabilidad es una parte sana y necesaria en nuestra vida, es hora de permitirnos vivir nuestras emociones, enriquecernos con las relaciones más auténticas e íntimas que se crean desde una posición susceptible, y permitirnos mostrarnos sensibles y expuestos. Se acabó la creencia de que hay que poder con todo siempre y que si se pide ayuda es que soy incapaz o inferior o ideas por el estilo.
Reconocer y aceptar nuestras nuestras limitaciones, miedos, dudas, deseos, imperfecciones,... nos hace verdaderamente humanos, así que ¡salgamos a pasear de la mano de nuestra vulnerabilidad!
Que bonito Ana me ha encantado ha sido un placer poder leerlo. Muchísimas gracias por compartir.
ResponderEliminarMuchas gracias a tí, por leer y valorar. Un abrazo
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