Bendiciones para todas las almas que leéis esto.
Gracias por acompañarme otro año más.
Gracias por todo lo que he aprendido en las sesiones con vosotras.
Mi regalo este año: citas de Brian Weiss. Un abrazo.
El amor es la energía más básica y dominante que existe. Es la esencia de nuestro ser y de nuestro universo. El amor es el componente fundamental de la naturaleza que conecta y une todas las cosas, a todas las personas. El amor es más que un objetivo, más que un combustible, más que un ideal. El amor es nuestra naturaleza. Es nuestra esencia.
No podemos conservar las cosas materiales en la próxima vida ni en la siguiente, pero sí nos llevamos nuestros actos, nuestros hechos, nuestro crecimiento, lo que hemos aprendido y cómo vamos progresando como seres humanos espirituales.
En verdad, la felicidad arraiga en la sencillez. La tendencia al exceso en el pensamiento y en la acción disminuye la felicidad. El exceso nubla los valores básicos
Nuestra tarea consiste en aprender, en llegar a ser como dioses mediante el conocimiento, por el conocimiento nos acercamos a Dios y entonces podemos descansar, luego regresamos para enseñar y ayudar a otros.
Hay mucha belleza, mucha verdad y amor a nuestro alrededor, pero muy pocas veces nos tomamos las cosas con la suficiente calma para apreciarlos, como para darnos cuenta.
La muerte no es lo que creemos normalmente. La muerte es deshacerse del cuerpo físico mientras el alma inmortal avanza y pasa al otro lado. En ese sentido no hay muerte, sólo vida y amor.
Para ser feliz de verdad hay que comprender la vida y la muerte y tener una naturaleza afectuosa, indulgente, espiritual. La introspección, la meditación, la práctica del amor, la bondad y la caridad son algunos de los pasos que hay que dar en ese camino. Perdonarse a uno mismo y perdonar a los demás, practicar la no violencia y hacer buenas acciones, trabajar para eliminar la rabia, el miedo, la codicia, el egocentrismo y el falso orgullo son otros.
La lección más importante que podemos aprender en esta vida es la de amarnos a nosotros mismos y a los demás de una forma incondicional. Éste es el conocimiento que nos convierte en seres divinos y es la esencia de la meditación.
Si una parte del ser humano es eterna, ¿Por qué nos tratamos tan mal? ¿Por qué pasamos por encima del prójimo en "provecho" personal, si en realidad estamos desechando la lección? Al parecer, todos vamos hacia el mismo sitio, aunque a diferente velocidad. Nadie es más grande que los demás.
La mente humana es un misterio maravilloso, una pieza maestra creativa que puede transportarnos a la cima de la felicidad o a las profundidades de la desdicha. Prestar atención al momento presente es ser conscientes de los pensamientos, las emociones, los sentimientos y las percepciones que nos ocupan en la actualidad.
En ocasiones, un alma aprende a amar tras convertirse en lo que más desprecia.
Da la impresión de que la violencia y la falta de visión dominan nuestro mundo. Tenemos que remar en armonía para renunciar al odio, la ira, el miedo y el orgullo. Tenemos que tener el valor de obrar bien. Tenemos que amarnos y respetarnos los unos a los otros, ver y apreciar la belleza y la dignidad innatas de todo el mundo, porque todos somos almas, todos tenemos la misma sustancia. Los que habitamos este planeta no sabemos cómo van a acabar las cosas, pero nuestros actos y nuestras conductas actuales pueden modificar su resolución.
Una criatura criticada de manera constante puede perder tanta confianza y autoestima como quien recuerda haber sido humillado en una horrible ocasión especial.
La felicidad nace en el interior de las personas. No depende de cosas externas o de otra gente. Cuando nuestra sensación de seguridad y felicidad depende del comportamiento y los actos de los demás, nos volvemos vulnerables y podemos sufrir con facilidad. Nunca le dé su poder a nadie.
Ser feliz y divertirse no es malo, ni es pecado, ni algo poco espiritual. Al contrario: no avanzarás hasta que aprendas a estar alegre.
El presente es el único momento en que podemos encontrar la felicidad y la alegría.
La responsabilidad reside en el interior de cada uno de nosotros, en nuestros encuentros personales diarios, la responsabilidad de tender una mano y ayudarnos, con actos de bondad, sin que nos preocupe lo que nos reportará, si es que nos reporta algo, y hacerlo con generosidad. De ese modo cambiamos el mundo. Si no tiene oportunidad de hacer grandes cosas, haga cosas pequeñas a lo grande.
Cuando comprendamos de verdad el concepto de que el amor es una energía que lo abarca todo y que su impulso curativo puede transformar con rapidez nuestros cuerpos, mentes y almas, superaremos nuestros dolores y males crónicos.
La experiencia es necesaria para añadir crédito emocional a la comprensión intelectual.
El verdadero amor propio no tiene por qué divulgarse o mostrarse en público. Es un estado interior, una fuerza, una felicidad: la seguridad.
Somos seres nuevos todos los días. Nuestros pensamientos, nuestras intenciones y nuestras acciones, nuestra conciencia y nuestras percepciones evolucionan constantemente y, con cada variación, emerge un nuevo ser. No somos la misma persona que hace cinco años, ni siquiera hace cinco minutos.
Dios está en cada uno de nosotros.
Para disfrutar del té, debemos tener todos nuestros sentidos en el presente. Sólo entonces nuestras manos sienten la agradable calidez de la taza y percibimos el aroma, saboreamos la dulzura y apreciamos la delicadeza del té. Si le damos vueltas al pasado o nos preocupamos por el futuro, nos perdemos la experiencia de disfrutar esa taza de té. Miraremos la taza y el té ya habrá desaparecido. Lo mismo ocurre con la vida.
Dar vueltas al pasado o acumular miedos respecto del futuro constituye una pérdida de energía mental, emocional y espiritual.
Si logramos abandonar una relación con amor, empatía y compasión, sin deseo alguno de venganza, sin miedo y sin odio, lograremos pasar página.
Es mediante las relaciones que aprendemos a expresar y recibir amor, a perdonar, a ayudar y servir.
Nos preocupa horriblemente nuestra propia muerte; tanto que, a veces, olvidamos el verdadero propósito de la vida.
El pasado ha terminado. Aprenda de él y déjelo ir. En cuanto al futuro, ni siquiera ha llegado. Como es lógico, usted debe hacer planes en relación con el futuro, pero no malgaste su tiempo preocupándose por él. Preocuparse es inútil. Cuando deje de fijarse en lo que ya ha sucedido y en lo que quizá nunca suceda, estará en el momento presente. Entonces empezará a experimentar alegría en la vida.
Cuando nuestra intuición, nuestros sentimientos más viscerales y nuestro espíritu saben algo más allá de cualquier duda, no debemos permitir que las razones de los demás, construidas sobre sus propios miedos, nos influyan. Sean o no buenas sus intenciones, pueden llevarnos por el mal camino y alejamos del sendero de la felicidad.
💝 💝 💝 💝 💝 💝 💝 💝 💝 💝 💝 💝 💝 💝 💝
No hay comentarios:
Publicar un comentario